"El cuerpo o el viento", fotografía de Delia Panpahoy, 2008 |
Ya la niebla desciende
azul y fría como un espectro
dejando jirones de su sudario
enganchados en las esquinas del amanecer
Y desde el sueño me entro en el cuerpo
abandonado y tibio
que me recoge
con la cóncava familiaridad
de la cuna de un niño.
Me entro
me calzo la carne que me cubre
suave y conocida carne y piel y pelo
Y entonces
el viento ya no me atraviesa porque
se interpone el cuerpo
porque
tengo la materialidad de la piedra
una cosecha de átomos que se concentra
cuajándose en mí.
Y camino
respiro
recorro
inspiro
trabajo
espiro
como
suspiro
converso
Y expiro un poco
la carne ya no me sienta tan bien
no.
Pero se va tendiendo la noche sobre la ciudad
como una inmensa pantera
envolviéndola en su oscuro terciopelo
y abrigando el silencio
Así que lentamente me desvisto
de la piel cansada, de la carne
y con la ceremonia de una sagrada ofrenda
Agradezco,
devuelvo mi cuerpo
Y dejo que me atraviese el viento.