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lunes, 30 de marzo de 2015

Renglones Torcidos

"Colgada". Técnica mixta y fotografía. Delia Govantes, 2012.


Por aquel entonces
me dio por escribir mi vida con renglones torcidos.
Hiciera lo que hiciera cada línea se curvaba hacia abajo,
las letras se deslizaban hacia un profundo abismo negativo.
Como una fila de hormigas suicidas
eran succionadas por una extraña atracción,
una ley de gravedad poderosa e inexorable.

Y me dio por creer que alguien torcía mis pasos,
una fuerza oscura a la que llamé
Universo o Destino, a veces Dios.
Me pareció que no era ya mi mano la que escribía
sino que era guiada por otro,
un Otro taimado y cruel
(como si eso fuera posible).

Por aquel entonces
comencé a quejarme a todas horas
de la mala suerte, de los malos días, de la mala vida.
Comencé a insultar al espejo
Le decía “tú, tú, tú, maldito seas”
que tuerces cada línea que escribo, quebrando mi voluntad
que no me das lo que necesito
que me distraes de mí sin respetar mi propósito.

Y ya sólo veía al Otro
increpándome a grandes voces desde el espejo,
el dedo extendido acusador antes mis ojos impotentes.

Las líneas seguían torciéndose hacia abajo.
Una tras otra las letras saltaban hacia el abismo.
Así que dejé de creer que era mi mano la que escribía
y empecé a pensar que mi mano no era mi mano,
sino una entidad con vida propia, adherida a mi cuerpo
que igual podía escribir una línea torcida
o esgrimir un puñal o una pistola o una cuerda
o empujarme a la oscuridad como a las letras,
suspiro a suspiro.

Y creí, realmente creí, que todo se había acabado.
Me subí en el último renglón y desde allí
me dejé caer hacia el abismo
esperando que llegara la nada, que por fin
se deshiciera la historia para siempre.

Pero no pasó eso.
Tan solo me quedé colgada,
oscilando como un péndulo sobre el vacío
el cabello flotando sobre mi cabeza.

Todo lo que existía comenzó a caer hacia arriba.
Las comisuras de mis labios se giraron
atraídas por una inevitable gravedad
formando una sonrisa.

El espejo se estrelló contra el nuevo cielo
con un crujido leve de hojas muertas
o un susurro de nieve pisada,
y dentro no había nadie.

Así que sólo quedé yo, y quedó mi historia.

Ahí estaban todas las letras
Reordenándose desde otra perspectiva
Cada renglón enderezándose como un girasol
que levanta la cabeza para saludar al día que nace.

Miré mi mano y era mía
Y no había nadie más que yo.
Así que comencé a escribir de nuevo y las líneas
dibujaron espirales, soles, olas
Con una libertad desconocida.


Delia Govantes Romero. Marzo, 2015.


miércoles, 18 de febrero de 2015

Tormenta

"Temporal". Fotografía de Delia Govantes, 2015

Acepto lo brutal
como parte del universo y sus símbolos

Incluso

la fragilidad del pajarillo
que se estrella contra el cristal
confundido por la lluvia.

Así el alma aletea confusa
Y luego retoma el vuelo.

No por ello el universo deja de ser
Perfecto
y este instante el extraordinario momento
que elige la luz para atravesar las sombras
y tocar
el lugar más recóndito y protegido
de la conciencia.

Estoy aquí, y en este estar
ya estoy en otra parte.

Le he hecho mi pedido a la lluvia
Le he hecho mi pedido al sol
que sale y se esconde
jugando entre las hojas.

Le he hecho mi pedido
al aliso, al fresno, y también
al tren que pasa silbando
mientras cae la tarde y ya
se acerca la tormenta.

El dolor no existe más
que como algo accidental
de la adolescencia del alma.

A veces es preciso sentir este desgarro
Esta vacuidad para comprender
que soy la misma y ya
Soy otra
haciendo mi pedido al universo
que se desliza líquido entre mis dedos abiertos
ahora que ya
no deseo apresar nada.

Tan sólo contemplar la belleza
y la confusión
y la certeza
y el sol y la tormenta
y la flor que agacha la cabeza
derrotada por la lluvia
Y el pájaro que golpea el cristal y luego
retoma el vuelo.

Todo eso soy yo
repartida por todas partes
unida a todo lo que existe
Intacta y completa en mí misma.

El sol ha salido pero aún
retumba la tormenta en la montaña
Su bramido detiene por un instante
el golpeteo monótono del pájaro carpintero.
Pero no puede con el río.

Ahora la tarde sigue fluyendo
Clara
diáfana y encendida
como si ninguna oscuridad
fuera posible.

Soy el corazón del pájaro
que vuela sobre el valle
Lato
y en mi latido sustento
el vuelo que me transporta.

Delia Govantes Romero.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Los dones creativos. Regalo y responsabilidad.

La creatividad del ser humano es una herramienta infra-utilizada aun hoy en día, 10.000 años después de que el hombre se civilizara y a pesar de las maravillas que hemos visto surgir del proceso creativo humano en estos últimos siglos. 

Se dice que de la mente usamos solo un 1%, parece ser que lo que la humanidad ha desarrollado hasta ahora es una pequeñísima parte de un potencial infinito.


Y simplemente esto ha sucedido porque la creatividad hasta hoy en día ha estado al servicio de creencias de dominación, riqueza y poder por parte de unos pocos. 

Para ello ha sido necesario negar la creatividad de la mayoría, sumiéndonos en el temor, la necesidad y el engaño de alcanzar un cielo futuro y condicionándonos a tomar una vida gris, sumisa, prefabricada por la élite y en absoluto creativa. 

Nuestros dones creativos, únicos en cada uno de nosotros, han permanecido de esta maneras atrapados en una red de miedo, desvalorización, preocupación o desgana. Mientras tanto la pasion de la juventud se iba disolviendo con los años sin haber llegado a rozar en ningún momento aquello que intuíamos que era nuestro verdadero camino. 

Así que ya es la hora de que nuestra creatividad se rebele y se revele, ella es la que va a cambiar el mundo, empezando por la vida de cada un@ de nosotr@s, 

Ahora es el momento de tomar de responsabilidad por lo que la vida te ha dado. Ahora es la hora de Ser lo que Eres.




"Transformación", Fotografía de Delia Govantes & Antuan de la Rue, 2009