"Luz y sombra de una flor", fotografía de Delia Panpahoy, 2013
El cuerpo material de la botellita, cristal que encierra, recibe y sostiene el agua de las emociones. Dos partes de tres el liquido del sentimiento una de tres el mineral del sustento. Tal como en la corteza de este planeta, gran Ser cósmico, tal como en el cuerpo del pequeño Ser humano.
El cuello se estira hacia el cielo, buscando la luz y la conciencia y, hete aqui, que esa conciencia florece como amapola, como un magnifico cerebro que corona la cabeza, receptor de unos sentidos fruto de la evolución de miles de millones de años y que, por fin, obtiene conciencia de Si y el don de la reflexión.
La reflexión como capacidad de comprender pero también una conciencia de la reflexión, de ser un reflejo en este pequeño ser del Gran Ser universal. Todo es reflejo de todo.
Y la proyección de la luz provoca una sombra necesariamente. Todos en este mundo, a la luz de la Gran Conciencia Universal – Sol que nos alumbra venimos a proyectar una sombra. Todo, a este lado de la creación, posee su sombra y forma parte de su unidad. Comprender esa sombra es comprender la Creación entera, la de este lado y la del otro.
El gran Sol, padre-madre universal, conciencia suprema, también habita en nosotros igual que habita en esa botellita en su centro, en nuestro centro. Eso que llamamos el plexo solar.
No podemos verlo a simple vista, pero ¡¡oh magia!! Si miramos a la sombra lo tenemos ahí radiante.
Y si seguimos mirando vemos que tal como es arriba es abajo, todo lo que la sombra es se está manifestando a la luz.
Y tal como es afuera es adentro, el paisaje que la amapola contempla también sucede en esa sombra.
Toma esta foto y observa detenidamente sus partes, cabeza, cuello, cuerpo, emociones y la sombra que proyecta, con sus insinuaciones y sus aparentes equívocos, hasta llegar al Sol interno, a la gota de luz universal.
Y después tomate a ti, observa tu cuerpo, tu conciencia floreciente en tu hermoso cerebro su capacidad de percibir la realidad externa y visible y la interna e invisible. Arrójate al mar liquido de tus emociones y deslízate suavemente hasta tu sombra, lo inconsciente, lo oscuro, lo que normalmente no quieres ver. No temas, se valiente. El premio es un Sol dorado y radiante en el centro de ti.