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miércoles, 19 de febrero de 2014

Arquetipo y Conciencia

Un Arquetipo es un patrón abierto que da forma a multitud de experiencias de vida siguiendo una determinada tendencia pero capaz de tomar infinitas bifurcaciones al interactuar con otros arquetipos y bajo el efecto de la conciencia. Igual que no hay un copo de nieve igual a otro y todos siguen un mismo patrón hexagonal para formarse, los arquetipos que portamos dan infinitas formas a nuestras vidas pero con una tendencia reconocible. Y nosotros, con nuestras elecciones conscientes, podemos influir en el resultado de una determinada forma, igual que Masaru Emoto demostró que se podía influenciar en la cristalización de una gota de agua aportando conciencia "positiva".


No existe un destino para nuestras vidas, pero si una linea argumental que trazan estos arquetipos. Conocer esta linea significa poder fluir con nuestra historia y realizar las elecciones de vida de una manera consciente para apoyar la creación de una experiencia vital plena y bella.


"Resiliencia". Fotografía de Delia Govantes, 2013

martes, 21 de enero de 2014

Una visión, un propósito.

"Soñé que vivía en un lugar donde existía un grupo de mujeres llamado 'Las Mujeres Alimentadoras' y yo era una de ellas. Nuestra tarea consistía en ir en grupos por los campos y los corrales, con los pechos desnudos cogidos con las manos. Los íbamos apretando y salían chorros de leche con los que regábamos las cosechas y los animales y así fertilizábamos y nutríamos todo. Yo me sentía absolutamente feliz y plena. Dichosa en mi propósito, realizándome en ese acto de amor y nutrición."

Es hermoso y revelador comprobar las formas en las que la Vida nos apoya y nos proporciona la información que necesitamos. Constantemente nos regala atisbos, intuiciones y visiones para que no nos perdamos de nuestro camino. A veces esto ocurre de forma muy clara, a veces bruscamente, y a veces con pequeños y sutiles guiños. 

En ocasiones los mensajes nos parecen confusos o incomprensibles para nuestra mente, y nos empeñamos en construir un diccionario que traduzca los símbolos y nos facilite la comprensión que parece que se nos hurta. 

Esta aparente falta de claridad, lejos de ser una complicación, es una invitación a que nos pongamos en confianza. A que aceptemos que la Comprensión no se produce en el lugar que esperamos y que esta clase de conocimiento no es intelectual. 

Se nos está invitando a confiar en nuestro Ser, ese núcleo de Conciencia Pura que somos, donde estamos integrados y somos Uno con el Todo. Se nos invita a confiar que ahí sí recibimos el mensaje en toda su profundidad y que la información ya está disponible para cuando sea necesaria, aunque no se traduzca en las palabras y conceptos precisos que entiende la mente.

Con ese acto de confianza, tendemos un puente. Abrimos el canal que va a permitir que ese conocimiento fluya y esté disponible también en el plano de la materia, de la dualidad y de la vida cotidiana, donde tomamos las decisiones y elecciones que nos pueden orientan a favor de lo que Somos y permitirnos experimentar la Facilidad y la Plenitud también en este plano.

"La Luz en Mí". Acuarela de Delia Govantes, 2010.

miércoles, 10 de julio de 2013

¿Dónde está la Justicia?




Meterse en pleitos es un asunto muy penoso que solo debería tomarse en cuenta como último recurso y por razones que no sean meramente emocionales. Que no sea por ira, por venganza o por deseos de hacer justicia personalmente. Aunque uno lo ponga en manos de jueces y abogados, personas profesionales y supuestamente ecuánimes, eso no quiere decir que estas personas por si mismas van a limpiar la intención que nosotros ponemos de los deseos de nuestro ego.

Lo único que verdaderamente justifica un pleito es el intentar favorecer que un orden que ha sido transgredido vuelva a ordenarse. Y el devolver esa circunstancia al orden debe entrañar un beneficio a terceros, a personas que no pueden defenderse, o apersonas ajenas que pudieran sufrir del mismo problema por parte del o los litigados. Por eso es necesario hacerlo con una visión desapegada y no personalista del asunto, donde se pueda discernir claramente si estamos buscando sólo un bien para nosotros o ese bien es para los demás.

Hacer justicia no esta en la mano de uno, ni siquiera en la mano de los Jueces. Al final, es el Orden Supremo el que todo lo equilibra. Y si nuestra decisión de recurrir a los tribunales esta tomada desde nuestro desequilibrio emocional o desde la ambición personal, cuando ese Orden actúe nos va a tocar llevarnos un revés, mas pronto que tarde probablemente.

Así que si quieres pleitear tienes tú primero que sopesar en tu balanza interna cuantas emociones te impulsan en tu decisión. Con que solo haya una eso se puede volver en tu contra. Así que intenta que esas emociones se diluyan, ponte en la piel del otro y vuelve a sentir las situaciones que te causaron perjuicio. Varias veces si hace falta.

Cuando no sientas ninguna emoción por lo que pasó entonces es el momento de observar y decidir si lo llevas a juicio o no porque en ese momento tú lo habrás decidido con ecuanimidad. Pero ahí no acaba la cosa.

En el caso de optar por pleitear hay que mantenerse muy firme durante todo el proceso, observándose uno mismo que esas emociones y deseos no vuelven a poseerlo, y en el caso de que nos asalten no tomar ninguna decisión si no es a salvo de esos conflictos internos. Porque un procedimiento legal no es simplemente tirar una flecha y a ver donde llega. Es un camino que se conforma de etapas en las que hay que seguir tomando opciones y elecciones y hacerlas poseídos emocionalmente puede estropear en cualquier momento lo que suceda, enturbiar nuestra intención desviarnos del camino y saborear el amargor de un revolcón de la vida.

En ese caso todo hay que aceptarlo como positivo, la Vida es la que está haciendo justicia y equilibra la situación para que podamos seguir progresando.

La justicia de los hombres es tramposa, se deja guiar por el ego fácilmente. La Justicia de la Vida es magnánima, siempre reparte con equidad y nunca da por perdido a nadie. Adhiramonos a ella con humildad.

Hacer justicia interna, cortar con nuestra espada lo inútil y lo accesorio de nuestras emociones y deseos, es lo primero para ello, y es un camino que pondrá a prueba nuestro temple, nuestra flexibilidad, nuestra empatía, nuestro desapego, nuestra incondicionalidad.

En definitiva, si esta opción se cruza en nuestra vida, se trata de un camino de gran superación personal. Y puede ser un camino árido y difícil. Pero no es algo que tenga que retraernos si lo que se nos está planteando con ello es ofrecer un bien a otros. Y a nosotros acceder a un grado elevado de excelencia y de impecabilidad trascendiendo este reto.