"Proyectándonos", fotografía de Delia Panpahoy, 2011. |
Muchas mujeres, también bastantes hombres, sueñan o aspiran a tener una relación sentimental que sea “la definitiva”. Buscan un amor “para siempre”, siguiendo a pies juntillas y sin apenas darse cuenta, la enajenación colectiva que han creado las formulas religiosas ( “¿juras amar y respetar y tal y tal... HASTA QUE LA MUERTE OS SEPARE?”, “que lo que Dios ha unido NO LO SEPARE el hombre”, etc.) o, peor aun, los cuentos de hadas ( “y se amaron y vivieron felices PARA SIEMPRE”).
Las personas que se empeñan en conseguir un amor perdurable no se dan cuenta que su empeño lo que realmente produce es el efecto contrario y se van embarcando consecutivamente en relaciones que fracasan acorto o medio plazo.
Cuando uno está en esa búsqueda es casi seguro que en su infancia ha vivido dentro de una familia cuyos padres no se profesaban un verdadero amor, a veces ni siquiera respeto, y en muchas ocasiones puede que terminaran separados.
Mientras tanto uno ha estado recibiendo esos mensajes insistentes sobre la creencia emocional y religiosa en un amor eterno a través de la información cultural que consumimos en libros, películas o series televisivas, participando en juegos infantiles que reproducían esos patrones culturales o en las ceremonias y ritos religiosos de propios y extraños, compartiendo con las personas que se embarcan en esos ritos su emoción por estar dando el paso hacia el verdadero y eterno amor.
Finalmente uno termina convencido de que ese amor debe de existir, que es moral e infinitamente superior al amor que uno ha conocido por dentro de su familia y que encontrarlo va a ser lo que finalmente cicatrice las viejas heridas. Elevamos abierta o secretamente ese amor a nuestro altar, lo convertimos en prioridad y en objeto de suma importancia.
No nos damos cuenta de que todo lo que tiene que ver con la importancia es un vano objetivo de nuestro ego y que esa importancia es directamente proporcional a las dificultades que vamos a encontrar en la vida para conseguir eso.
Para colmo, es probable, que nuestra personalidad y el yo ideal que queremos proyectar, esté imbuido de importancia y seriedad mientras que nuestra naturaleza mas esencial sea mucho mas sencilla, despreocupada o simplemente libre y abierta a la experiencia sin mas.
El caso es que la que nos inspiró en escribir este articulo fue una consultante anónima que escribió para pedirnos consejo para que la relación que había comenzado con un hombre mayor que ella fuese perdurable. En concreto, y después de darnos las fechas de nacimiento de ambos, nos preguntaba si veíamos o creíamos que existiera alguna posibilidad de llegar a algo “serio” ,o en términos generales, que qué le recomendaría para tener éxito en el amor, ya que afirmaba no haberlo tenido hasta la fecha y le gustaría tener una relación "seria y duradera" y “para siempre”.
Para empezar. El hecho de que quisiera embarcarse en una relación con un hombre 15 años mayor que ella eso ya nos dice que hay algo de la relación que esta mujer tuvo con su padre que desea proyectar en esta relación de pareja para ser sanado. La mayoría de las veces lo que muchas mujeres buscan sanar en sus relaciones de pareja es haber tenido un padre ausente, en todo o en parte.
Según vimos en los arquetipos que la representaban a ella (están todos en su fecha de nacimiento) su ego estaba imbuido de seriedad y solemnidad mientras que su naturaleza esencial estaba mas predispuesta a seguir los impulsos y disfrutar de la experiencia. Y en él se daba una mezcla parecida que lo podía hacer o bien una persona inconstante y huidiza, un hombre ausente a la medida de ella si se dejaba llevar por el ego o se podría mostrar como una persona luminosa y muy presente si discurría por lo esencial de si.
De este modo, con apenas intercambiar unas cuantas palabras y unos datos mínimos, podíamos intuir en que tipo de relación se estaba incluyendo esta chica y como la cosa podría derivar a reproducir “el fracaso” primero que hubiera tenido con su papá o bien terminar de sanarlo encontrando una nueva actitud.
¿Qué consejo podríamos darle? Evidentemente, todo lo que sobraba en este contexto, vista su demanda y las consideraciones previas, era la “importancia” . Así que le dimos una recomendación que cualquiera podría tomar en cuenta para que su amor sea duradero:
Dejad de tomaros la vida tan en serio y comenzad a preocuparos por disfrutar de lo que tenéis ahora, siguiendo los impulsos del corazón. Vivid siempre en el presente, como si cada día fuera único. Eso os hará ETERNOS.
No sabemos nada mas de ella, solo que el consejo le pareció excelente. Pongámonos nosotros a apoyarla aplicándolo del mismo modo a nuestras relaciones. Desprendamonos de la Importancia de nuestros egos, de nuestros deseos insatisfechos, disfrutemos de lo que nos une, porque lo que nos separa es solo una ficción basada en un fantasma del pasado.